domingo, 30 de octubre de 2011

Hospital.

En un rato mas, mi padre vendrá a buscarme para por fin irme a la casa. Y bueno, después de tanto sobresalto es como imposible no pensar "que cuatica esta wea". Y en verdad lo es, ya que por un simple dolor de pecho (simple a primera vista), estuve hospitalizado un par de días. Eso me hace reflexionar desde mi mala suerte, hasta la poca cultura preventiva que tenemos como chilenos. En fin, gracias a Diosito no paso nada, me encuentro bien, y tengo la dicha de decir que lo que tengo, le pasa de entre un millón de personas, a 7. O sea, si quedaban dudas de que soy especial, reflexionen ese numerito.

Y el soundtrack del momento dice mas o menos así...

Hospital - Los Pettinellis

No vuelvas nunca mas al hospital
Son tus visitas
las que me hacen mal
Si son amigos no quiero hablar
De cosas que amo y me hacen odiar

Le pido a ella que no piense en mi
Si alguna ves me tocara morir
Si alguna ves me tocara morir
Yo le pido a ella que no piense mas en mi

Enfermera no la deje entrar
No haga más cruel esta enfermedad
Con este cáncer ya no puedo mas
De a poco me hundiré en la soledad, soledad

Le pido a ella que no piense en mi
Si alguna ves me tocara morir
Si alguna ves me tocara morir
Yo le pido a ella que no piense mas en mi

Enfermera no la deje entrar
No haga más cruel esta enfermedad
Con este cáncer ya no puedo mas
De a poco me hundiré en la soledad, soledad

Le pido a ella que no piense en mi
Si alguna ves me tocara morir
Si alguna ves me tocara morir
Le pido a ella que no piense en mi
Le pido a ella que no piense en mi.

jueves, 20 de octubre de 2011

La U.

Así como cuando la U vendió a la "Ardilla" Montillo y se desarticulo el equipo, así mismo esta quedando la caga en mi querida y amada escuela.

Debo decir que estoy muy decepcionado. Ojala vuelva el "10".

martes, 18 de octubre de 2011

Tesis

Recuerdo que una vez un profesor me dijo que la tesis era como un hijo. Que uno invertía tanto tiempo y dedicación en ella, que terminaba teniendo cariño por esta. Espero que mis hijos no me den tantos problemas.

domingo, 9 de octubre de 2011

El peor día de mi vida.

No se por que todos tenemos la mania de encontrar la mejor o la peor cosa referente a ciertas situaciones. A veces suelo caer en esas cosas. Respecto a eso, hoy me puse a pensar en cual es el peor día de mi vida. Cuando pienso en el "mejor" día de mi vida, es mucho mas difícil, ya que gracias a Dios he sido un afortunado y mi vida ha estado llena de momentos muy felices. Pero cuando pienso en el peor día de mi vida, la cosa se complica un poco. No quiero decir que sea un pobrecito y que mi vida sea muy triste, pero así como he tenido días muy felices, también he tenido días muy tristes, muy muy tristes.

Pero cuando analizo los mas tristes de mi vida, creo que el mas desolador de todos es aquel día de marzo del presente año. Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Me desperté muy temprano por que me iba a juntar con mis ex compañeros del colegio para jugar a la pelota. Estaba ansioso ya que hace tiempo no los veía. Como siempre, nuestro lugar de junta iba a ser el famoso Parque San Borja. Así que me desperté, me vestí (no me duche), comí algo, y partí para el parque. En el camino, me fui pensando en todas las cosas que habían pasado últimamente. En nuestra conversación hacia un par de días, y en todas las cosas que se habían quedado atoradas en mi garganta. Y bueno, como suele suceder cuando uno esta absorto en sus pensamientos, el tiempo pasa rápido, y ya había llegado el momento de bajarse. Me baje rápidamente y me fui corriendo a la cancha. Quería jugar. Quería ver a mis compañeros.

Cuando llegue, ya habían empezado. Como siempre me dejaron al gol, pero pronto me incorpore a un equipo. Jugamos mucho, me entretuve bastante. Cada cierto tiempo, me detenía a pensar en ti. A pensar en una solución para todo lo que nos paso. Y a ratos mi sonrisa era un poco fingida, ya que lo único que quería era estar contigo. Era poder decirte que no me importaba nada, que por favor me dieses la oportunidad de intentarlo una vez mas. Pero esos pensamientos se veían entrecortados por un "Chalo, aquí", o, "Chalo pégale".

Y en esa dinámica, entre risas y patadas, se me paso la mañana. Llegaron las 12 aproximadamente, y ya no aguante mas. Las ganas de saber de ti y de querer decirte todo lo que tenia dentro fueron mas grandes. Les dije a mis compañeros que tenia que hacer, me seque un poco el sudor, me cambie de polera, y como suelo hacerlo cuando estoy emocionado, me puse a correr. Corrí y corrí mucho. No era muy lejos de tu casa, y como tenia entendido que a lo mejor viajabas a la playa con tus compañeras, corrí mas rápidamente. A medida de que pasaban las calles, mi corazón latía mas fuerte. No sabia por que. No sabia si era nerviosismo o emoción. Pero no me importo. Yo corrí solamente.

Y bueno, llegue a tu casa. Extrañamente la puerta estaba entreabierta. Por lo tanto, pude concluir dos cosas. La primera es que no habías ido a la playa, lo cual era bueno. La segunda era que parce que ibas a salir. Podrías haber ido a cualquier lugar, pero no se por que me dio un poco de mala espina eso. Toque un poco y entre. Recuerdo que cuando apareciste estabas muy arreglada, muy linda. Pero me viste y te sorprendiste, y como el tiempo no pasa en vano, supe que no te sorprendí gratamente. Las palabras no me salieron, y la explicación que se me ocurrió fue una de las mas estúpidas yo creo que alguna vez te di. Me imagino que para variar, no me creíste, pero ya que estaba ahí y te había visto, la pregunta que venia de mi parte era como obvia. ¿A donde vas?. Creo que si hubiese sabido la respuesta de esa pregunta, no la hubiese hecho. No hubiese corrido para ir a verte. Probablemente no hubiese ido a jugar a la pelota ni me hubiese querido despertar ese día. Ojala nunca me hubiese enterado de la razón de ser de por que estabas tan linda y tan arreglada. O mas bien, para quien.

Cuando me respondiste, me paso algo muy extraño. Fue como cuando te dan esas ganas de reír, pero mas bien de reírte de ti. De reírte lo weon que eres. Son como esas veces en que te gustaría desdoblarte y poder mirarte y decirte algo como "Aweonao tonto". Sentí que me puse colorado de la vergüenza, del nerviosismo, de la rabia, del odio, de la pena. Me sentí tan pero tan imbécil, que no sabia que hacer. No sabia si reírme o llorar. Me dieron unas ganas gigantes de tomarte, zamarrearte y decirte que por favor no lo hicieras. Que por favor le dijieras que se fuera, que no lo querías, que me querías a mi. Pero creo que ahí vino lo peor de todo, la frase que sello y que me hizo darme cuenta todo lo que en esa casa iba a suceder. En mi casa, en nuestra casa. La que durante tanto tiempo había atesorado solo recuerdos nuestros. La que tenia contenida en esas paredes los mas lindos recuerdos nuestros.

Cuando siguió la conversación, las palabras que nos dijimos solo fueron acrecentando el dolor. Llego un momento en que vi todo en cámara lenta, en que no escuchaba nada, miraba para los lados sin entender nada. No entendía por que tenia que irme del lugar que fue mi hogar tanto tiempo. Y en eso, te llamo. Nos miramos, y contestaste. No recuerdo bien que cosa le dijiste, ni tampoco lo quiero recordar. Me dijiste que te tenias que ir, que te estaban esperando. Mi corazón latía tan rápidamente que pensé que se me iba a salir de mi pecho. Me temblaban las manos, las piernas.

Caminamos al metro. Contuve todo el camino mis ganas de tomarte y no dejar que te juntaras con el. Quería que el tiempo para llegar al metro se hiciera eterno. No te quería dejar. No te quería perder. Al final, cuando llego el momento de la despedida, solo se me ocurrió decir una cosa. "Ojala seas feliz". Esa es la del perdedor. La de weon que para variar se queda mirando como otro es feliz con quien uno ama. Y te vi bajar las escaleras, me imagino emocionada por lo que venia. Me imagino contenta por que la persona que buscabas haría olvidar todo aquel mal rato que te hice pasar. Te haría olvidar todo el sufrimiento que yo injustamente te hice. Te lo merecías. Felicitaciones.

Por mi parte, camine al paradero de la micro. Aun era temprano, el sol estaba pegando fuerte. El corazón me comenzó a latir mas rápido, y mas rápido, y mas rápido. A medida que me acercaba la paradero pensaba que si llegaba a mi casa en este estado, lo mas probable es que me suicidaría. Por lo tanto, hice lo único que se hacer cuando estoy así. Correr. Y corrí. Corrí hasta que no tuve consciencia del tiempo, de las calles, de los autos, de los semáforos, de nada. Corrí pensando en que por favor cuando me detuviera el dolor que había en mi corazón se acabara. En que por favor toda esa rabia, ese sufrimiento, ese odio ya no estuviera ahí.

Y corrí tanto, que sin darme cuenta había llegado a mi casa. Y cuando me detuve en mi reja, no me dolían los pies, ni las piernas, ni los brazos. No me dolía el cuerpo. El único dolor que tenia lo sentía en mi corazón. Cuando entre a la casa, trate de disimular de la mejor forma lo que me estaba pasando. Respondí con cualquier tontera cuando mi hermana me pregunto ¿Donde estabas?. Me metí al baño y me di la ducha mas larga de mi vida. Quería que el agua ademas de sacar la mugre y el sudor, sacara las lagrimas que corrían por mis mejillas. Sacaran los malos recuerdos y los pensamientos de lo que estaba pasando en aquella casa a la que tanto me gustaba ir. Y de pronto apareció ese maldito pensamiento que me acompaño casi una semana completa. No era tanto lo que me preocupaba que pasaría esa tarde. Mas me preocupaba lo que sucedería aquella noche.

Cuando pensé eso lo único que pude hacer fue cerrar mis ojos y llorar. Y llore tan amargamente como pocas veces creo que lo he hecho. Y pensé en lo tonto que fui. En lo estúpido que fui. Pensé en como había llegado a estar en esta situación, en todo lo que yo había hecho para que ahora estuviéramos separados y decidieras buscar tu felicidad con otro que no fuera yo. Pensé en cada uno de mis actos, en todos los errores que había cometido, y trate de convencerme de que me lo merecía. De que tu también te lo merecías. De que si mi amor era tan grande y era de verdad, entonces estaría feliz por ti. Trate de convencerme de todas esas cosas que son como un remedio para el síntoma, pero que no atacan la enfermedad.

Pero como Dios es grande y siempre pone ángeles en nuestro camino, el mio no era un hombre, sino que era una mujer. Pero no era cualquier hembra que se quisiera acostar conmigo. Era mi hermana. Mi dulce hermana, la mejor confidente para todas las cosas. Creo que nunca se dio cuenta de lo que me pasaba, pero si lo hizo supo disimularlo muy bien. Ella siempre busca salir y pasear conmigo. Creo que me estima bastante. Y ese día me hizo un ofrecimiento difícil de rechazar: me invito al cine. Pensé rápidamente que el cine era un lugar muy probable que tu concurrieses con tu nuevo amor, pero no me importo. Prefería pensar y distraerme por momentos con alguna película, en la sala del cine, que hundirme en la mierda de mis sentimientos y de mi dolor en mi cama, a la cual francamente no quería llegar.

Y fuimos al cine con mi hermana. Vimos una película no muy entretenido, pero a la que trate de buscarle por todos lados algún sentido que me levantara el animo en esos momentos. Lamentablemente no sucedió. Solo sirvió para distraerme por un par de horas.

Lo peor vino cuando mis padres nos fueron a buscar. No por tener que fingirles a ellos, por que ya estoy acostumbrado a hacerlo, y creo que ellos también lo están. Sino que por que, ya era de noche, era bastante tarde, y al menos en el hemisferio sur era hora de dormir. No es que tenga problemas al dormir ni sea sonámbulo, pero no quería llegar a mi cama y pensar en lo que estaba pasando en otra cama en la que yo solía dormir. No quería pensar en lo que estaba pasando ahí, ni en quien se estaba llevando tus abrazos, tus caricias, tus besos. No quería pensar en como poco a poco comenzarías a vivir el amor con otra persona. Y no entendía como podías hacerlo. No entendía como podías dejarme ir así de fácilmente, siendo que un par de días atrás me diste una pequeña luz de esperanza de que aun podíamos intentarlo, una vez mas.

Con todo lo anterior, con todo lo que corrí, con todo lo que llore, con todas las emociones del día, creo que es lógico que te comience a doler un poco la cabeza. E injustamente hice lo que uno suele hacer cuando se siente aproblemado y necesita ayuda: rezar. Y esta vez no rece por la paz mundial, ni por que se acabara el hambre en el mundo. Tampoco rece por que se me diera una nueva oportunidad, ni por poder demostrarle nada a nadie. Esta vez solo rece para tratar de dormir en paz. Y Dios me escucho.